Se miran, se acercan y se toman la mano. Sus miradas se sostienen y sus labios se rozan. Se cuidan, se aman, son el uno para el otro.
Cuando dos personas están destinadas a estar juntas, el universo hará de
las suyas para unir sus caminos. Sucede en un instante. En el momento preciso.
Dos desconocidos se cruzan, se miran, se toman la mano y un nuevo amor surge.
Se trata de dos seres que han nacido porque tienen la misión de encontrar y
permanecer junto al otro.
El nacimiento de un nuevo amor trae consigo la creación de un nuevo
mundo que será habitado por dos personas que se eligen mutuamente. Cada
uno se muestra frente al otro tal cual es y se entrega de manera genuina.
Comienzan a conocerse y a descubrirse, y en ese descubrir también empezarán
a amarse y a cuidarse.
Cuando dos personas se unen en el amor, crean entre ellos un nuevo
idioma. Esto es una de las cosas más fantásticas que suceden cuando el amor
nace: el lenguaje que dos personas inventan para comunicarse. En esta lengua
existen juegos de palabras, términos, bromas, que los dos han ido creando,
posiblemente sin darse cuenta. Este lenguaje es de ellos y para ellos. Las miradas
también son parte de este idioma. A través de una mirada pueden entender
cualquier cosa que el otro esté sintiendo, y puede notarse que ambos son felices
porque sus sonrisas se marcan cuando sus ojos se encuentran.
En el transcurrir de los días irán creando recuerdos juntos. Ambos viven
para atesorar experiencias y guardarlas en el baúl de los recuerdos. Ese baúl,
que representa el corazón y la memoria de los dos seres, se abre de vez en
cuando y se buscan dentro aquellos momentos de felicidad, de emoción, de
tristeza, de enojo, que son traídos al presente para convertirlos en enseñanzas.
El amor es bello. El amor es un mundo donde habitan dos seres que
confían plenamente en el otro y se entregan para amar y ser amados.